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Murcia y Aiguamúrcia, villas consagradas a la diosa Murcia

 

En este artículo analizaremos el origen del topónimo de dos villas consagradas a la diosa lunar Murcia: nos referimos a la ciudad de Murcia, que dio nombre al Reino de Murcia, y a la villa catalana de Aiguamúrcia (Alt Camp). También estudiaremos lo que se sabe de esta importante diosa de la mitología y del arbusto sagrado y medicinal que se considera uno de sus atributos: el mirto.

Recientemente también se publicó un artículo en la web de "La historia usurpada" donde se explica que la primera bandera que tuvo Murcia era la catalana. Éste es un dato que sabemos gracias al mapa portugués, del siglo XIV, del cartógrafo mallorquín Angelí Dolcet. Cabe recordar que el Reino de Murcia fue conquistado y repoblado, al menos dos veces, por los reyes de la corona catalano-aragonesa: Jaime I El Conquistador y Jaime II el Justo. Esto implica que en el siglo XIV la presencia de la bandera catalana y de la lengua catalana en Murcia eran perfectamente vigentes.

[Imagen superior: panorámica de la ciudad de Murcia, con el río Segura.]


Murcia y Aiguamúrcia, unos topónimos sagrados, lunares y bien catalanes

Hay un aspecto que llama la atención sobre el antiguo Reino de Murcia. Se trata de su nombre: "Murcia". No parece una palabra castellana, puesto que el término, en esta lengua, no significa nada. Hay algunas palabras que se asemejan pero que no tienen nada que ver, como por ejemplo, "marcia", que refiere al mes de marzo oa la guerra; "murciar", que significa robar o hurtar y "murcio", que significa ladrón.

Oficialmente, los "expertos" hacen venir el nombre del supuesto topónimo árabe "Mursiyya", que hacía referencia al río Segura. Sin embargo, en este idioma, el término tampoco significa nada. No parece que el nombre de Murcia relacione con estas palabras castellanas, ni con el supuesto topónimo árabe.

En Cataluña hay algún topónimo exactamente igual, como la pequeña villa de Aiguamúrcia. La etimología de estos nombres que contienen el término "murcia" es de la misma naturaleza que los topónimos del estilo "Riumors" o "Aigues mortes", dado que "agua murcia" significa "aguas quietas o marchitas".


[Las aguas murcias o marchitas del río Gaià, a su paso por el término municipal de Aiguamúrcia.]

Los mismos "expertos" en toponimia que no aciertan a encontrar la etimologia del topónimo de la ciudad murciana, aseguran, en cambio, que el nombre de Aiguamúrcia proviene del término latino "aqua murcida" ("agua marchita", "agua muerta") y que hace referencia a las aguas del río Gaià que, al llegar al pueblo, quedan estancadas y pierden el verdor del fondo, como si se marchitaran..

Además, también en su desembocadura, el río Gaià forma una laguna de aguas muertas o marchitas, separada del mar por una barra de arena. En los últimos años, en algunas épocas del año, se libera agua desde el pantano del Catllar, para conseguir proporcionar un caudal regenerador del río y, en estos episodios puntuales, hacer llegar el agua de la laguna de agua estancada al mar. Todo este ecosistema, en la actualidad, forma parte de la Reserva Natural de Fauna Salvaje de la Desembocadura del Gaià.

Casualmente o no, muy cerca de la villa de Aiguamúrcia está la villa de Aiguaviva, topónimo que vendría a significar exactamente lo contrario de Aiguamurcia. Los topónimos con agua son frecuentes presentes entre las poblaciones de la nación catalana, como "Santa María de Aigua tèbia", "Aigues muortes", Aigues tortes", etc. También en Portugal encontramos topónimos similares: "Aigua Morta" en Oporto o "Mortagua" en Viseo. Y en la Península itálica, "Acquaviva" o "Acquavive".

Por tanto, de la misma manera que el río Gaià entra en "agua murcia" (agua marchita o lenta) cuando llega a la villa de Aiguamúrcia, es probable que el río Segura, que atraviesa la villa de Murcia, entre en "agua murcia" o lenta cuando llega a la capital de este reino.

Este razonamiento va en la buena dirección si nos centramos en los datos aportados por el historiador Ricardo Montes, en su libro titulado "Las fiestas de moros y cristianos de Murcia" (2011), donde se dice que, en su origen, el término sarraceno "Mursiyya" era el nombre del río, no de la ciudad. Es decir, que el río da nombre a la ciudad, y no al revés. Además, nos informa que el supuesto término sarraceno se pronuncia "Mursia", como en catalán, no "Mursilla", como podría parecer. Murcia, por tanto, hace referencia a las aguas del río, como ocurre en Aiguamúrcia.

Y aquí surgen dos dudas: Si al topónimo "Aigüamúrcia" lo hacen provenir del latín, ¿por qué al topótnimo "Murcia" lo hacen provenir del árabe? O los dos nombres son latinos y, por tanto, romanos, o los dos son sarracenos. Y la segunda pregunta: En caso de ser un topónimo latino, ¿qué fue primero, el nombre de la diosa o el adjetivo que define las aguas fluviales?

Contestar a la segunda pregunta parece más fácil que resolver la primera. Si la diosa Murcia es la diosa de la desidia y de la pereza, es probable que el nombre le venga de la calidad de lentas o perezosas que tenían las aguas del río. A la diosa luna siempre se la asocia con las aguas. Y Murcia es un avatar de esa divinidad lunar.

En cuanto a la primera pregunta, que trata de resolver si el topónimo es latino o árabe, cabe pensar que, según el relato oficialista, Mursiyya fue fundada probablemente en el reinado de Abd al-Rahman II ibn al-Hakam, hacia el 825 dC por obra del gobernador de la kura, Djabir ibn Malik ibn Labid, y pronto suplantó a Uryula (moderna Orihuela) como principal centro urbano de la región. Por lo tanto, a pesar que los especialistas hacen provenir "Aiguamurcia" del latín, esos mismos académicos no tienen ningún problema en hacer venir "Murcia" del árabe, contradiciéndose los unos a otros.

Sin embargo, en el libro "Espacio y tiempo en la percepción de la antigüedad tardía", de 2006, hay un artículo titulado "El nombre y el origen de Murcia", de Francisco Javier Fernández Nieto y de José Antonio Molina Gómez. Estos investigadores concluyen en su estudio que, "a la luz de la documentación disponible", la fundación de la villa de Murcia "parece haberse hecho sobre la base de un sitio preexistente" y que el topónimo "sería anterior a la dominación árabe" de la Península Ibérica. La polémica está servida.

Los estudiosos advierten que el debate sobre esta controvertida cuestión etimológica proviene ya del siglo XVII y que las posibles explicaciones se dividen en dos grandes grupos: las teorías que defienden un origen latino del término y las teorías que defienden un origen árabe del mismo.

Sin embargo, actualmente, la teoría pro-sarracena parece ser la menos consistente. Y esto es así por dos motivos principales: el primero es que las fuentes árabes dicen que Abb Al Rahman II llamó a la ciudad "Tudmir" o "Todmir", que proviene del Reino de Teodomir (o Tudmir), pero que la ciudadanía la siguió llamando "Murcia", como antes. 

La segunda es que el topónimo "Murcia" aparece en otras zonas del norte de la geografía peninsular donde no se tiene constancia de una ocupación sarracena o donde esta fue muy exigua, como por ejemplo en La Rioja, donde encontramos los siguientes topónimos: Huerta Murcia, Huerta de Murcia, Fuente de los Espinares de Murcia, Valdemurcia.

En cuanto a la hipótesis del origen latino del topónimo, ya en 1621, el humanista murciano Francisco Cascales propuso que en la villa debía haber un lugar consagrado al culto de la diosa romana Venus Murcia. Sin embargo, a día de hoy, no se conoce ningún lugar de culto por esta diosa fuera de la ciudad de Roma. Es decir, que si alguna vez existió, algo que vemos muy probable, el sitio ha sido eliminado por la inquisición y la censura cristianas.

No fue hasta 1951 que el historiador Menéndez Pidal hace una aportación al tema que se avecina a nuestra hipótesis fluvial, que también defiende en su artículo "Murcia y Mortera. Dos topónimos hidrográficos" (1970). Este estudioso evidenció la existencia de otros topónimos peninsulares con la palabra "murcia" y observó que siempre estaban en relación con los ambientes húmedos y pantanosos. Y recurrió al latín para proponer un origen al término basado en la supuesta expresión latina "aqua murcida", que traducía como agua perezosa o marchita, y dedujo que esto era testigo de la preexistencia en Murcia de un sitio pantanoso.

En 1981, en cambio, otro erudito, Antonino González Blanco, rechazó esta hipótesis por considerar que la expresión "aguas marchitas o perezosas" era extremadamente inusual. González Blanco apostaba por otra explicación, ligada al término original "Murtia", que habría evolucionado en "Mirto", vinculando así el sitio de Murcia a una zona con presencia vegetal de mirtos.

Nosotros pensamos que el término "Murcia" proviene del topónimo "Agua Múrcia", o agua lenta o perezosa, y que la diosa lunar Venus, vinculada al agua y a la fertilidad, sustrajo este epíteto del topónimo catalán, y no al revés. Y es por eso que Venus Murcia es una diosa de la pereza y del marchitamiento. Y es probable que la ciudad de Murcia fuera consagrada a esta diosa, por el hecho que las aguas del Segura entran en marchitamiento o lentitud al pasar por esa localidad. También creemos que el nombre del arbusto "mirto", que también puede vivir en zonas donde hay aguas murcias o estancadas cerca, proviene del adjetivo de las aguas, no al revés. 

Al respecto de la etimología de Murcia, sólo añadir que un topónimo contrario a "Agua murcia" sería "Agua viva", que quiere decir que en este lugar el agua del río baja rabent o con fuerza. En los paises de habla catalana y occitana, hay varios lugares que se llaman "Aiguaviva".


Murcia, la diosa lunar vinculada a la calma, la pereza y la muerte

Por otra parte, como ya hemos visto en otros artículos de esta web, las poblaciones solían poner nombres de sus divinidades a las villas, para consagrarlas a su protección. También sería el caso de Murcia.

De la diosa catalana Murcia, ya sólo tenemos el rastro que ha quedado en los registros de la mitología atribuida a los romanos, pero debia haber en todas las mitologias ancestrales de las naciones de la Península Ibérica. Efectivamente, Murcia es una diosa lunar de la mitología romana. Su nombre se asocia al de Venus, y a otros avatares lunares. Algunos historiadores creen que, incluso, podría ser una diosa anterior a Venus. Los distintos nombres de esta diosa en latín son: Murcia, Murtia, Murtea, Myrtea o Mirtea. Nombres que también nos sugieren la relación con el arbusto del mirto.

Sabemos que las divinidades astrales estaban conectadas con las plantas y los árboles. En el caso de Murcia, se establece un enlace con el arbusto del mirto, en latín "mŭrtus" y en catalánoccitano "murtra", por temas de semántica. Esta planta ya está asociada a Venus, que a menudo encontramos mencionada como Venus Murtia en los textos clásicos, pero que también aparece como Venus Murcia. Y es en base a esto que podemos deducir que Murtia y Murcia son equivalentes.

Durante la primera expansión del cristianismo, nos dicen los expertos en lengua latina, se relacionó la palabra "Murcia" con el adjetivo "murcus" o "murcidus", que significa "perezoso, inactivo", y de ahí se dijo que Murcia era la diosa de la pereza y de la lasitud.




François Antoine Pomey, en 1764, en su obra titulada "Panteón Mytico, ó Historia Fabulosa de los Dioses", nos cuenta cómo Murcia, diosa del desvanecimiento, era asociada a la también diosa Desidia y a la divinidad lunar Venus. Se la hacía también matrona de los perezosos y de los indolentes. Tanto es así que los antiguos romanos tenían su estatua llena de verdecillo y moho, para evidenciar su negligencia.

Nosotros hemos analizado otro topónimo catalán con la palabra "Murcia", como "Aiguamúrcia", y ya hemos descubierto que en catalán alude a las aguas lentas, marchitas, muertas o estancadas, propias de los tramos más planos de los ríos. Por eso se considera en Murcia la diosa de la pereza, la lentitud y la pereza. Por tanto, podemos aventurar que "murcia" es un término que debía figurar en el idioma catalán-occitano antiguo y que este adjetivo acabará siendo un epíteto de la diosa lunar Venus, en su faceta de luna vieja o luna de la muerte.

La divinidad lunar estaba vinculada al agua, dado que para los galos catalano-occitanos neolíticos ancestrales, creadores de la mitología astral catalana y de la lengua occitano-catalana, el agua provenía de la luna, que era vista como un astro blanco y frío, constituido de hielo. Posteriormente, el elemento acuoso, en cualquiera de sus formas, ya sean fuentes, ríos, rieras, mares. torrentes, estanques, lagos u  océanos, se asoció perfectamente a la diosa lunar. Y esa relación semántica, que siempre acaba conformando la etimología popular, nos indica también una correspondencia entre las palabras "Murcia", "Murtia" y "Mirto". Esto ocasionó que se vinculara ese árbol del mirto con la diosa. Esto, y el hecho que este arbusto puede también encontrarse en las riberas de los ríos, rieras, torrentes y de las aguas estancadas o murcias.

Y es por este motivo que algunos santuarios paganos dedicados a esta divinidad, que se cree que había en Roma o en sus cercanías, estuvieran rodeados de un bosquecillo de mirtos. El mirto, sin lugar a dudas, era considerado un árbol sagrado, vinculado a la luna y al agua y, probablemente, con propiedades medicinales importantes.

Platner y Ashby, en su obra "A topographical Dictionary of Ancient Rome", de 1929, aseguran que cuando se amplió el Circo Máximo de Roma, quedó incluido en el recinto un santuario de la diosa Murcia, y es por eso que su nombre se ha conservado en algunos topónimos actuales. 

Pero si buscamos en las fuentes literarias clásicas, encontramos que el historiador romano Tito Livio, explica en su "Naturalis Historia", (XV. 36) que la dea Murcia tenía un templo en la parte baja del Aventino romano, cerca del Palatino. Y, de hecho, anteriormente, a la colina del Aventíno se la llamaba "Murcus", y de ahí vendría el adjetivo "murtius" o "murcius", que es como se conocían los postes que indicaban el final de trayecto en las carreras que se hacían en el Circo Máximo, que estaban situados en el valle del Aventíno.

En cualquier caso, el lugar de culto de esta diosa Murcia es descrito por diferentes autores clásicos, utilizando palabras como "vetus" (altar antiguo), "sacellum" (pequeño templo sin techo), "fanum" (recinto sagrado) y "aedes" (pequeño santuario que no ha sido consagrado formalmente). Todas estas denominaciones vienen a indicar una probable construcción sencilla y antigua, constituida por un simple altar, quizás rodeado de un muro bajo. 

Así, según los especialistas, a diferencia de los templos dedicados a otros dioses, los santuarios de Murcia parecen no haber tenido estatua y consistír en un simple altar. Sin embargo, si nos fijamos en la siguiente imagen, donde está el altar dedicado a la diosa Murcia, que figura en esta representación del Circo Máximo de Roma, que encontramos en un relieve en mármol encontrado en Foligno, Italia, veremos que, además de un ramo de mirto, dentro del altar parece que hay la presencia de una pequeña imagen de la diosa (detallada con un círculo en rojo en la imagen siguiente).

Entre los griegos antiguos, el mirto era la planta consagrada a la diosa lunar Murcia y a Afrodita, la divindad del amor y de la fecundidad y, como tal, se consideraba símbolo del amor y la belleza. Además, con mirto se coronaban a los campeones olímpicos. Y esto explica porqué había un altar a la diosa Murcia dentro del Circo Máximo y porqué había bosques de mirto a su alrededor.


[El altar dedicado a la diosa Murcia se cree que figura en esta representación del Circo Máximo de Roma, en un relieve en mármol hallado en Foligno, Italia. El altar estaría en el lado inferior derecho de la imagen. En la siguiente imagen se puede ver ampliado.]





El mirto, una planta lunar sagrada y medicinal vinculada a la diosa Murcia

En cuanto al arbusto del mirto (Myrtus Communis), vemos que en los territorios de habla catalana no es muy frecuente, pero se puede encontrar en todas las comarcas litorales, desde el Rosellón hasta Alicante, llegando a Murcia, y en las Islas Baleares, donde es más común. Prefiere climas templados y cálidos, lugares resguardados y suelos secos y frescos. Y también vive en los matorrales, en las maquias y en los márgenes de ramblas y torrenteras. Es decir, que lo podemos encontrar en las orillas de los ríos o rieras, o en las zonas con aguas lentas o estancadas.


[Flor del mirto.]

El mirto es sagradop porque tiene diferentes usos medicinales que se pueden clasificar según el tratamiento. Así, en los tratamientos por vía interna, el mirto resuelve las afecciones respiratorias como la bronquitis, la sinusitis y la otitis. También las infecciones microbianas de las vías urinarias tales como cistitis y la prostatitis. Además de las dispepsias hipotónicas. Y también los resfriados y las leucorreas. Por vía externa, en cambio, cura las hemorroides, heridas, llagas, úlceras, leucorreas, metritis, etc.

Todos estos usos vienen determinados por diferentes componentes que tiene la planta, que actúan de forma diferente según sus principios activos. Las hojas contienen taninos, resinas, sustancias amargas y sobre todo un aceite esencial, que son los elementos que proporcionan las diversas propiedades farmacológicas. Los taninos, confieren a la planta las propiedades astringentes que se utilizan, sobre todo, para tratar a las morenas. La esencia tiene una importante acción antiséptica y antibiótica comparable a la penicilina. Además, es expectorante, eupéptica, digestiva, hemostática y balsámica.

Ayuda a combatir los procesos inflamatorios de las vías respiratorias como resfriados, bronquitis, tos o sinusitis, ya que contiene un alcohol, el mirtol, que le proporciona propiedades balsámicas, antisépticas y sedantes. Se puede tomar en infusión, en forma de jarabe o también en forma de vahos, como los que hacemos con las hojas de eucalipto. Los frutos se utilizan como condimento alimentario, aunque también pueden obtenerse elementos para proteger la piel. Por otro lado, los animales (jabalíes, cerdos, etc.) lo utilizan para regurgitar la comida.

El mirto se utiliza también en perfumería, y más concretamente en los perfumes masculinos, ya que tiene un aroma muy intenso. griego, Myrtos ha pasado a significar perfume. Además, su madera se utiliza en ebanistería.

Es un arbusto típico del mediterráneo en el que está asociado a muchas costumbres y tradiciones. En Córcega y en Cerdeña, por ejemplo, se hace un licor aromático, llamado "murta" (mirto, en italiano). Igualmente, en Cataluña, en las zonas donde crece en estado salvaje, es típico elaborar el Vino de mirto.

El mirto necesita suelos frescos, en lugares abiertos y húmedos, y un clima suave. No resiste las temperaturas extremas.


[Panoràmica del Monestir de Santes Creus a Aigüamúrcia.]

Aiguamurcia, lugar sagrado donde reposan las tumbas de los reyes catalanes que conquistaron Murcia

Alguien verá casualidad y otros no, pero lo cierto es que en el término municipal de Aiguamúrcia, villa consagrada a la diosa Murcia, está el Real Monasterio de Santes Creus, uno de los más importantes del Principado de Cataluña. En este monasterio encontramos las tumbas y sepulcros de dos de los tres reyes de Cataluña que dirigen la conquista de Murcia: Pedro el Grande (Pere el Gran) y Jaime II El Justo (Jaume II el Just). Y, de hecho, los restos del tercer monarca, Jaime I El Conquistador (Jaume I el Conqueridor) reposan en un lugar cercano, como es el vecino Monasterio de Poblet. 

[Tumba de Pedro el Grande (Pere el GRan), rey conquistador de Murcia, en el Real Monasterio de Santes Creus.]

Entonces, cabe plantearse la siguiente hipótesis: ¿podría haber una relación entre la diosa lunar de las aguas muertas, es decir, la luna de la muerte, con los sepulcros y las tumbas reales? No lo sabemos, porque tampoco sabemos si encontraremos algún resto del más que probable templo dedicado a la diosa Murcia que debió de haber en esta zona. De la misma manera que tampoco sabemos a ciencia cierta si el Real Monasterio de Santes Creus era antiguamente un santuario dedicado a la diosa Murcia pagana. O si había mirtos en sus huertos y jardines.

También el emperador Carlos I de Cataluña (Carlos V de Alemania) escogió morir en el monasterio de San Jerónimo de la Murtra, en Badalona, a pesar de que la falsa historiografía borbónica lo intenta confundir con el monasterio de la misma orden que hay en Yuste, Extremadura. En San Jerónimo de la Murtra nos encontramos el arbusto del Mirto (Mutra, en catalán), vinculada a la diosa Murcia, y a un lugar de muerte y de sepulcros reales. Quizá todo esto no sea casual.

En cualquier caso, el retablo del Real Monasterio de Santes Creus, en Aiguamúrcia, Cataluña, estaba dedicado a los Gozos de la Virgen Maria, que ya sabemos que es la cristianización de la diosa lunar, con un ciclo que iba de la Anunciación a La Dormición o muerte de María. (imagen inferior). Y si hablamos de la dormición, como hemos dicho, hablamos de la muerte de María y, por tanto, estamos hablando de la muerte de la diosa luna Murcia y, a su vez, de las aguas muertas o murcias.

Es una obra de estilo gótico valenciano realizada en temple sobre mesa por Guerau Gener y Lluís Borrassà, quien le acabó a la muerte del primero. La obra fue desmontada al ser sustituida por un retablo barroco en 1647. Posteriormente sus tablas se separaron en dos grupos que actualmente se encuentran en la catedral de Tarragona y en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), respectivamente.

En la mesa de la Dormición de María, la última cronológicamente del retablo, la Virgen María permanece tumbada en una cama dorada cuyos dibujos simulan un brocado con el tema del cardo, que podría hacer referencia a los Cardona.

[Imatge de la dormició i mort de la Mare de Déu del retaule del Monestir de Santes Creus.]



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